martes, 10 de abril de 2007

El abanico





El abanico que suavemente desnudaba tu rostro de perfil, no de frente, dejó que viera, o al menos imaginara, esa rosa sonrisa.

El aleteo del abanico describía un movimiento que haría desvanecer de envidia a la más hermosa de las mariposas.

Y no te enteraste. No posaste sobre mi escondida silueta esos enormes trozos de mar que me hubieran hecho morir de nuevo.

Y el teatro continuaba, y ese exquisito guante de nata que cubre tus delicadas manos no se cansaba de abanicar.

El único rizo azabache que escapaba del recogido que culmina siempre tu figura,ondeaba cual bandera, mientras mirabas con desgana la inacabada función, interminable.

Sin poder apartar de tu angelical figura la mirada, quedé toda la noche extasiado, y aún hoy te sueño y en mi sueño siempre apareces con tu abanico, abanicando.


Luna Roja

No hay comentarios: