martes, 29 de mayo de 2007

Desde mi ventana.




Puedo ver el sol esconderse,
asustado por tus ganas de llorar.
Gritas en un intento de hacerlo pero no lo consigues…
De nuevo lo intentas, esta vez con más fuerza.

Y lloras, sí, y lo haces con tal estruendo que ya estás sola.
Sólo te acompañan tus lágrimas, las mismas que inundan las calles de soledad y de tristeza,
las que nos hacen ver la realidad en blanco y negro, pues la tiñes con tus sollozos.

No llores, pues tu tristeza es la nuestra,
porque cuando tú lloras, todos lo hacemos.
Aunque sea solo por dentro, nos empapas de melancolía.

Ahora te observo desde mi ventana, y lloras…
sigues llorando…
Cuéntame cuál es la razón de tus penas
para poder compartirlas con las mías y juntas, poder llorar,
una desde abajo y otra desde arriba…




A.M.O




martes, 22 de mayo de 2007




Mareas de agua brotan de mi cintura.
El aire fresco empapa mi pelo
y un melancólico cosquilleo corre por mi columna.
Una vuelta, un recuerdo, un paseo...
es sólo una playa, tan sólo una vida.

Calles plagadas de juegos fantasma,
piedras que rompen la orilla,
malecones infinitos como el mar,
caras y ruidos que vagan en mi orilla
invaden, chocan...
Y a ritmo de vals se retuercen en mi cabeza.


Siluetas de colores pastel, que yo sé, nunca serán,
y sombras felices de un tiempo donde el sol ya no alumbra.
Sin saber si fue verdad, te diré
que a pesar de no ser perfecto,
sé que fui feliz.




Nadia Velasquez.






¿Por qué?

Rota me has dejado por dentro,
como un cielo sin estrellas,
como un bosque sin árboles,
como un pájaro sin canto.

¿Por qué?

Siento como si me faltara el alma,
como si mis ojos no tuvieran mirada,
como si mi boca no tuviera versos,
como si mi corazón no palpitara.

¿Por qué?

Crece en mi pecho una semilla negra
que amenaza con partirme en dos.
¡Es tanto el dolor!
que siquiera a doler me llega.
¡Es tanta la ausencia!
que no te echo de menos.

Maitane Arregui Razquin

sábado, 19 de mayo de 2007

donde mueren las sirenas...



Aquellas cuyas carnes surcan el mar y la celulitis
invadidas por arrugas de algas,
de pelos teñidos por la espuma
y ojos tan hundidos como sus vidas.

Ya se ahogaron los últimos rayos de sol
y las miradas que les dedicaron todos, hombres y humanos.
Fueron envejeciendo y sus cuerpos cambiaron
y hoy las aguas se niegan a devolverles el reflejo de antaño.

No quieren ser vistas, no serán más amadas,
su voz no envolverá a ningún otro capitán,
los barcos evitarán el paso por su isla,
y al desaparecer nadie las llorará.

Pero la agonía de estas luchadoras
no es comparable a nada que conozcas,
no dura años, pero con un minuto sobra,
pues sufren en sus carnes el dolor de las sombras,

de todos los que fueron y nunca regresaron,
de la palabra olvido, de los niños amargos;
allí yacen ya, tendidas en una roca,
mientras su aliento cae al mar y forma una ola.


Luna Roja

DESDE NEGRA OSCURIDAD



Corazón, corazón, corazón.
Para mí no eres ya un músculo:
fuiste lo más puro,
pero caes en tu crepúsculo.

Sentimientos, sentimientos, sentimientos.
Antes fuisteis fuego
y ahora sólo hielo,
pues tiempo hace que de ellos
se esconde mi ego.

Sonrisa, sonrisa, sonrisa.
Mi máscara y cortina
que eficazmente cobija
la amargura de la vida.

Harto de esconderme,
harto de mentiras
y hartos de ilusiones,
invito a todos a que busquen mis rincones;
invito a todos a que intenten
a fondo conocerme.

De mi androide opresor
sólo así puedo librarme.
Recobrar mi identidad,
conseguir mi humanidad,
volver a enamorarme
y dejar esta ciudad.

Son las metas que yo escribo
desde Negra Oscuridad.


Jesús Echeverría Monge.

viernes, 18 de mayo de 2007


Oscuridad

Es una sensación insaciable la que siento,

un vacío revuelto por el viento.

Somos frágiles como un cristal,

que cae y se estrella contra el suelo.

Ya no hay consuelo que valga.

En la ciudad vacía corre por las calles una nota fría.

Una nota de silencio que silencia a aquel que vacila.

La noche se acerca y no sé si hay nada que merezca la pena,

siento cómo me explotan las venas;

será que están sobrecargadas de penas.

No sé si llegará el mañana,

no sé si quiero que llegue,

puede que sea el fin,

puede que todo me ciegue.

David

miércoles, 9 de mayo de 2007

Debería, debo, debí.



Sé que debo
Pero no puedo
Debería decirlo
Pero no me sale
Ese sentimiento fluye
Dentro de mí como
Mi propia sangre
Es algo que no podría explicar

Ni siquiera escribiéndolo
con mi propia sangre
Este sentimiento
Tortura mi paz interna,
Me desgarra las entrañas
Y me desangra.
Solo me consuela
Seguir tragándolo.
Y se que haciéndolo
Me hace más daño

Pero deberé contarlo algún día
Aunque mientras llega
Ese momento
Seguiré desangrándome
Y solo me salvará
Llenarme las venas
De mi propia sangre
Esa que derramo
Cuando me desgarro
Esa que desperdicio
Cuando no hablo
Esa que se me escapa
Con cada lágrima
Por no poder expresar
Lo que siento
La misma que algún día
Volverá a recorrer mi cuerpo
Esa que un día

No me desgarrará
la que sanará mis entrañas
La misma que me dará
fuerzas para contarlo
Lo debí decir
Hace ya tiempo
Y cuanto mas pasa
Más deberes pasados
Dejo tras de mí
Unos que he desperdiciado
Y no recuperaré.

Diego Carrizo

martes, 1 de mayo de 2007

Pasando las olas


Uxue C.

Lidia Z.

Carmen M.

1+1=2




Vuelvo a ser un número uno solitario.
Hacía tanto que no lo era, que se me había olvidado.
No sé cómo pasear sin ir de tu mano,
ni cómo pedir una sola bola de helado.

Hubo otros que conmigo se sentaron
a ver pasar esas nubes, que hoy son tus manos,
pero yo seguía siendo uno
y nunca fuimos otra cosa que unos ligados.

Contigo ha sido distinto, y en este tiempo,
nos hemos sentido un dos, profundo y lleno,
porque hemos caminado sobre los sueños
y ante nuestros besos dulces pasaba el viento.

Por el futuro tiemblo: ¡es tanto el miedo!
¡Son tantos los cambios y tan ancho el cielo!
Veo pasar por las calles unos ligados,
incluso hay algún dos afortunado.

Luego me miro en el espejo y veo tu sombra,
la parte de mi que no está;
el número que falta, la cama que sobra,
el cepillo abandonado, sólo un par de pies en la alfombra.

Por las mañanas lloro y de noche me repito.
Durante el día soy fuerte;
ignoro el grito que en mi cabeza resuena
porque sé que hay que andar de cualquier manera.

A veces me encuentro pensando
que puede estar bien ser un uno solitario.
Que yo soy yo y conmigo me basto,
que no era por ti, sino contigo a mi lado.

Te has ido. Has borrado de nuestro cuaderno
ese número dos, ese infinito abrazo.
Pero a mi no me has borrado
y he de seguir haciendo camino, he de seguir caminando.

Luna Roja


Muero al despertar; muero al acostarme.

Muero al recordar; muero al olvidarme.

Muero por la noche; muero por el día.

Muero de tristeza; muero de alegría.

Muero si hay gente; muero si no hay nadie.

Muero en el agua; muero en el aire.

Tantes veces vivo; tantas veces muero.

Muero sin vivir; vivo porque te quiero.


Lau