asustado por tus ganas de llorar.
Gritas en un intento de hacerlo pero no lo consigues…
De nuevo lo intentas, esta vez con más fuerza.
Y lloras, sí, y lo haces con tal estruendo que ya estás sola.
Sólo te acompañan tus lágrimas, las mismas que inundan las calles de soledad y de tristeza,
las que nos hacen ver la realidad en blanco y negro, pues la tiñes con tus sollozos.
No llores, pues tu tristeza es la nuestra,
porque cuando tú lloras, todos lo hacemos.
Aunque sea solo por dentro, nos empapas de melancolía.
Ahora te observo desde mi ventana, y lloras…
sigues llorando…
Cuéntame cuál es la razón de tus penas
para poder compartirlas con las mías y juntas, poder llorar,
una desde abajo y otra desde arriba…